Pensemos Chile

domingo, 8 de enero de 2012

Fuego, Semántica y Extorsión

A las altas temperaturas del verano se han agregado en los últimos días las de los incendios que han continuado la inalterable regla de calamidad que signa a este gobierno.
El asunto comenzó en las Torres del Paine, lugar muy apetecido por turistas y vagamundos de distintos lares. La versión que circula es que un ciudadano israelí se vio apremiado por naturales necesidades fisiológicas. No encontró nada mejor que recurrir a las viejas usanzas del campo chileno y que de seguro han utilizado los pueblos en constante diáspora, es decir, “obró entre las matas”. Para completar la faena y siguiendo un presupuesto higiénico quemó los papeles empleados en la limpieza. Gran adelanto, antaño se usaba pasto. Sin embargo es probable que en algunas tradiciones religiosas la obsesión por la limpieza sea parte de la ritualidad.
El problema es que armó un incendio de proporciones que obligó a medio gobierno a suspender los brindis de fin de año. El sujeto inculpado ha señalado que él no fue el causante y el asunto ha caminado por derroteros propios de la paranoia y de la victimización. Se ha hablado incluso de antisemitismo. Es una exageración ya que no sólo los individuos de esa raza defecan, el problema es que la inteligencia que, al parecer, no se halla repartida universalmente y no reconoce razas, es más preclara en unos que en otros, ya se trate de vascos, australianos o indios.
Por si no fuera suficiente, los incendios se trasladaron a la Octava Región. Allí se ha armado un quilombo político que inserta sospechas de intencionalidad. Con un discurso calcado el Ministro del Interior y su Presidente han señalado que esto no es obra de la naturaleza, como si esta se prendiera sola, o del azar como si este pudiera ser articulado como explicación previa.
¿Habrán reparado el Ministro y su Presidente, de seguro lectores asiduos del viejo testamento, en la historia de la zarza ardiendo?
Sin mayores pruebas, alguien tiene la culpa, es claro que hay que buscar alguna causa a lo que ocurre, el asunto es la responsabilidad o la intención. Para nuestras altas autoridades eso se da por descontado y han invocado la ley antiterrorista.
Es evidente que a estas alturas, el gobierno busca cualquier pretexto para zafar de sus calamidades sin reparar en que la ocurrencia de los hechos, por lo general, amerita algún tipo de indagación y pruebas.. Tanto así que el Fiscal Nacional, personaje de prudencia cambiante, llamó a no prejuzgar. No tuvo el mismo tino cuando recibió al señor Matte en medio de la investigación sobre Karadima, que, dicho sea de paso, recibió chocolates, de seguro por su buena conducta, de parte del arzobispo Ezatti en Navidad. Si, nadie entiende mucho. Aunque se sospecha que una buena dosis de información posee el sujeto aquel con la que podría que podría, eventualmente, extorsionar a miembros de la curia. Tejado de vidrio le llaman a eso.
La guinda de la torta la puso la semántica. Ahora se dice que vivimos durante 17 años en un régimen militar y no en una Dictadura. Obviamente se armó alboroto ante esta acción reversa. ¿Hace o no hace el nombre a la cosa? Esperamos la respuesta del sabio ministro y su Presidente.

1 comentario:

A.S. dijo...

oooh,,.,,que sería de nosotros los seres humanos ...sin la semántica...jajajaja...talvez seríamos antisociales...y sería lo mejor... no habrían ni guerras ni vicios .....el lenguaje: construcción y destrucción....una paradoja ...al igual que nosotros mismos....