A medida que avanza el aburrido y desordenado debate político en torno a las elecciones de Diciembre, quisiera plantear, a modo de mera especulación, que dentro de todas las teorías que se han desparramado en torno a este proceso, hay una que me parece particularmente singular.
Hay algunas personas que han sostenido que estamos a las puertas de un cambio de ciclo político en Chile. De acuerdo a esta idea, amparada en los sabios movimientos de la historia, la irrupción de una especie de tercera fuerza en la competencia presidencial, léase MEO, nos estaría llevando al fin del juego del Bipartidismo (Concertación/Derecha) y comenzaría una nueva etapa histórica que tarde o temprano debiera volver a resucitar el esquema de los tres tercios con evidente deterioro del centro político, que dicho sea de paso, bien poco ha hecho para subsistir, pero eso es asunto de ellos.
Me parece que el mencionado análisis expresa más bien un deseo que una realidad histórica en construcción y, por lo mismo, precisa al menos algunas observaciones.
En primer lugar, cabe destacar que la tesis del cambio de ciclo elude examinar un factor central, a saber, las condiciones institucionales dentro de las que se desenvuelve el actual sistema político. En efecto, para nadie es un misterio que en esta etapa de la historia, de idiotez generalizada, sólo cabe apelar a un realismo mínimo que, si al menos no otorga sentido, se vuelve comprensible para el hombre medio que emula a Homero Simpson y que es, a fin de cuentas, el devenir del hombre masa chileno. En este sentido más que un cambio de ciclo parece que nos seguimos hundiendo.
Por lo tanto la idea del cambio de ciclo parece detenerse más en la forma que en el fondo, en tanto los grandes temas que hacen que una sociedad pase de un ciclo a otro no aparecen suficientemente vislumbrados. Al respecto cuestiones como el estado actual de nuestra democracia, nuestra nula conciencia histórica, la falta absoluta de perspectiva ideológica y el vacío existencial que nos circunda, nos lleva a pensar que bien poco se puede esperar con gente como la mayoría de los habitantes de este lugar.. En el fondo no hay sujeto de ninguna especie y clase y ese es el punto.
En segundo lugar, se sostuvo a finales de la dictadura, que el gran mérito de Pinochet (si es que un engendro de esa clase podía tener alguno) era haber despolitizado a la sociedad chilena. Eso es cierto, pero sólo en parte. Entre Septiembre de 1988 y Marzo de 1990, en Chile se volvió a un cierto clima de movilización política que permitía recordar las viejas tradiciones de una democracia imperfecta, sin duda, pero con visos ideológicos diversos y en disputa.
A partir de 1990 y en consonancia con el arribo de las tesis más cínicas del posmodernismo, se produjó la desmovilización política y el comienzo de una era en donde los pilares de la dictadura fueron institucionalizados bajo la forma de una democracia pactada. Para eso daba la cosa. En ese sentido, la frase símbolo de la época, “la medida de lo posible” no era el resultado de una actitud ambigua, sino la constatación de un diagnóstico que caba cuenta de que tal y como estaban los vientos postideológicos, no valía la pena ir mucho más allá. Aquella frase, cuyo sello de cinismo es evidente, es el efecto y no la causa de un tipo de política, una causa que se anida en un rincón profundo de nuestra historia que alguién tendrá que desentrañar.
Es por ello que la disputa entre concertación y derecha más que reproducir “la medida de lo posible”, reproduce el término medio del “simpsonismo chileno”. En ese sentido, el ciclo aún no puede cambiar, ya que las bases de sustento del viejo regímen, por ejemplo, en el campo educativo permanecen inalteradas. Para un cambio de ciclo se requiere mucho más que la emergencia de un candidato que apela, a lo Fra-Fra, a liberales e izquerdistas con igual empeño. (Por lo demás así funcionó siempre la aristocracia política de este país)
Quizas sea lo peor, pero el slogan de Frei “vivir mejor” (porque ya no se puede soñar) representa muy bien a una clase y a una época que va más allá de los partidos y que dice relación con un horizonte de consumo a la vez que mediático. Ahora, que dicho candidato sea nulo, ese ya es otro problema,
De Piñera tampoco se puede esperar mucho, salvo que también apele al centro, ya que no hay mucho más donde arañar.
Hay un actor que falta en todo esto, a riesgo de ser majadero lo reitero. La izquierda. La izquierda no es sólo el Partido Comunista, pero tampoco es MEO. Que en este país, un número importante de gente considere que Jorge Arrate es el mejor candidato, que encarna lo que muchos quieren, pero es imposible que salga elegido, es todo un síntoma. Ese imposible es, o una muestra de realismo extremo que colinda con la resignación o la constatación de que la izquierda tiene mucho que hacer aparte de parecer simpática. Y esto porque la otra candidatura, la de MEO no ofrece gran cosa, salvo una, destruir la concertación. Armar todo este lio para desarmar un edificio que se cae a pedazos parece mucho. Además aquello que se llama la destrucción de la concertación tiene que ver con ciertos nombres con los que hay cuentas pendientes. Así también operó siempre la aristocracia política chilena. (cobrando facturas personales que se hacen pasar como una nueva forma de cambio político)
Probablemente el cambio de ciclo se produzca a partir de una rearticulación de la izquierda, en las condiciones actuales aquello parece impensable.
jueves, 29 de octubre de 2009
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3 comentarios:
Interesantes tiempos en verdad estamos viviendo. Al examinar la situación política actual no puedo sino concordar con lo que planteas en tu artículo, pero todo esto me deja además una sensación de que estamos ante una coyuntura importante en la historia de nuestro país. ¿Qué pasará si sale Piñera y con un gobierno depredador decepciona y horroriza a muchos que votaron por él? ¿Que sucederá si sale MEO y se termina de desmantelar la concertación? ¿Y si Frei se repite el plato no está igualmente condenada la "desconcertación"?¿En tal caso, qué llenará el vacío?¿Será posible que el movimiento por una asamblea constituyente logre su cometido si logramos abrirle los ojos al Homerus Simpsonius Chilensis luego del caos que se avecina?
Merlinux: me parece que las preguntas que planteas al final son pertinentes en tanto en cada caso parece un camino sin salida. Me parece que all{i es donde la encrucijada histórica se torna vital. Ahora, ¿como configurar un movimiento de asmablea constituyente?
Saludos cordiales
Es una muy buena pregunta para la cual no tengo una respuesta acabada (ni tampoco conozco al que la tenga).
Sin embargo a mi modo de ver nos enfrentaríamos a tres problemas basicos:
1.- Ponernos de acuerdo todos en que la constitución debe rehacerse.
2.- Ponernos de acuerdo acerca de cómo debe ser hecho esto y finalmente
3.- Elegir algún sistema de consenso que permita la participación ciudadana directa.
El primer asunto no es difícil, basta con que se incluya una urna adicional en las elecciones y simplemente se vota si o no.
El segundo punto parece ser más delicado y creo que va a ser necesario recurrir a alguna comisión de expertos en el tema, idealmente una comisión abierta y cuyo trabajo sea publico.
Me imagino que debería ser un proceso más bien largo de algunos meses si no años este trabajo.
Con respecto al último de los problemas me parece que internet podría jugar un papel central como herramienta comunicacional interactiva, es posible hacer uso de un sistema de puntajes -similar a los empleados en la wikipedia- donde los artículos son editados libremente por toda la comunidad pero a pesar del caos que esto pueda significar, se han desarrollado ciertos algoritmos basados en puntajes y ponderaciones de acuerdo al perfil del usuario para que el proceso se haga fluído y de tal manera que los artículos listos pasen a ser publicados.
Saludos
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