Me parece que alguna vez leí por ahí que Jorge Luís Borges habría dicho que la Academia que entregaba los premios Nobel, los de Literatura en este caso, era famosa por sus “descubrimientos”.
Puede aplicarse esto, a riesgo de quedar como ignorante, a la entrega del último premio Nobel de literatura, una señora muy desconocida, no recuerdo en estos momentos su nombre y sus títulos. No soy un experto, pero si un aficionado a la literatura y no tenía idea de una autora como aquella. De repente me sorprendo yo mismo, encontrando autores poco leídos como Terenci Moix, autor catalán ya fallecido de quien recomiendo vivamente un cuento, “el demonio, un cuento de ambigüedad medieval”. También me ha pasado leer a Sandor Marai o Sebald, autores en general poco frecuentados y sobre los que no se sabe mucho. No quiero hacer con esto gala de erudición, sino más bien contar mi manera de perder el tiempo. El problema es que a esta señora si que no la había escuchado nombrar nunca y eso que me gusta escarbar en los escaparates de las librerías. Debo agregar que, según publicó la prensa, no hay libros de esta señora aquí en Chile. No es que el dato diga mucho, pero ni siquiera los esnobistas que fingen de críticos podrán recordar alguna frase para el bronce de la señora en cuestión y así sorprender a sus auditorios normalmente etílicos y más ignorantes que ellos. (lo que no es poco)
Digo esto a propósito de otro disparate que tiene una proyección inversa pero que es igual de ridículo; la academia le ha entregado a Obama, el premio Nobel de la paz.
No deja de ser divertido el hecho. Como ya hemos dicho Obama representa una moderada versión de la vieja política norteamericana que se basa en buenas intenciones, santas palabras y, en su caso, la importancia de la pigmentación.
Sin embargo no representa cambio alguno en la política norteamericana respecto de un estilo de vida que no es negociable, como apuntara sabiamente Bush padre.
Más allá de discutir que significa la paz como concepto en las relaciones humanas, lo cierto es que darle el Nobel de la Paz a Obama es como darle el premio de la solidaridad a Piñera, por decir algo.
Sus frentes de combate siguen abiertos, el mundo intervenido por el gobierno americano es un polvorín, la inevitable llegada de tropas a Afganistán es cuestión de días, lo que se discute es el número de muchachos que serán enviados a apuntalar al corrupto gobierno de Karzai a quien los propios gringos ungieron como presidente. Resulta que ahora, al ir a la reelección, este sujeto ha ganado en unos comicios que incluso la ONU, que no es precisamente un organismo muy transparente, ha calificado de corruptas.
Y en lo que se refiere al conflicto en Palestina, es evidente que la política de Obama no dista mucho, como ya hemos dicho, de una concomitancia militar y económica con el Estado de Israel. Cuando Bibi Nethanyahu, (así le dicen al primer ministro de Israel) anunció que se seguirán construyendo asentamientos en territorios que no le pertenecen a su Estado, todo el mundo pensó que Obama le iba a advertir de la inconveniencia de la medida. Nada de aquello ocurrió, por el contrario, en medio de un silencio mezclado con una retórica irrelevante, Bibi volvió a Israel a continuar con su faceta de constructor de asentamientos propios, en territorios del vecino.
Quiero decir, simplemente, que si se le entregó el Nobel a Obama, no fue más que para congraciarse con una moda que se pretende emular incluso por algunos de nuestros “ideologizados” candidatos. El tipo es simpático, es negro y eso es un gran avance para el mundo. No lo es, porque el día que ese deje de ser un dato relevante en cualquier persona, entonces las cosas serán diferentes.
Al margen de que un premio de la paz no sea sino un exotismo, más recomendable para santurrones y asotanados de diversa clase, dárselo a un político como Obama es prolongar la “buena onda” que implica que un negro gobierne el mundo. Y que por lo mismo, haga lo que se le de la gana dentro de lo que las corporaciones financieras y militares le permitan.
lunes, 12 de octubre de 2009
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1 comentario:
El negro está de moda y más que nada "la moda está de moda". Acá en Chile no tenemos mucha esperanza de entrar en moda porque no tenemos negros propios, así que vamos a tener que contentarnos con la moda del ser "huacho" o uno que otro mapuche que vuelva a la palestra.
Lo de Obama ya no me sorprende (es más, estoy esperando que hasta le den el 1° lugar en la OTI), lo que si me sigue llamando la atención (como te dije el otro día en el Café)es el provincianismo de la mayoría de la gente que sigue hasta las lágrimas, con una propiedad casi paternal a este afro-americano. Y dentro de eso, como ese provincianismo de estos "Carmelos" hasta trata de encontrar sustento político "razonable" para defendese del resto de este racista mundo que no entiende que a la gente de color (entre otras cosas) hay que tratarla como enfermos terminales (celebrarles todo por mínimo que sea y no negarles nada). Claro, un sustento tan serio como basarse en wikipedia o en alguna película yanki para justificar el porqué las buenas intenciones son tan dificiles de concretar, se gana mi desconfianza y hasta mi inapetencia por debatir con ciertos individuos.
Sea como sea, lo cierto es que si hablamos de todo lo que has dicho sobre ambos premios Nobel: Obama, Herta Muller. Y el resto que tenemos de moda acá como MEO y otras hiervitas, hacemos referencia a un negro que de seguro alguna vez fue discriminado, a una exiliada política que alguna vez fue censurada y a un "huacho" que hace gala de tener muchos padres (luego de que el biológico murió)y la conclusión de todo esto es que EL SUFRIMIENTO AJENO ESTÁ DE MODA.
Somos una sociedad morbosa que le gusta disfrazarse de paternalismo y maternalismo (o pechoñería como en EEUU) pero que en el fondo, solo queremos mirar de cerca.
Un besito
La Genia Maligna
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