No había remedio, Piñera ganó las elecciones de hoy domingo. Más allá de las valoraciones y de los juicios e incluso del pragmatismo que implica afirmar que la democracia supone que cualquiera gane, me parece a mí que hay que hacer un balance del periodo concertacionista. Ese balance, a mi juicio, nos llevará a explicarnos el triunfo de Piñera.
1. “Nuestra trancisión tendrá avances y retrocesos”.
Con esa frase sintetizaba Ricardo Núñez, en Enero de 1990 y poco antes de ir a instalarse en el Senado por 20 años, lo que vendría a partir de ese momento. Si bien para Núñez la transición tuvo poco retroceso (mal no lo paso en el Senado), es evidente que esa frase expresa lo que fue el espíritu con el que la concertación asumió el hecho de ser gobierno. Una actitud muy chilena, “ni tanto ni tan poco”, “dos pasos adelante y tres atrás”, al final todo se negocia para salvar el equilibrio político que podía desbordarse si es que “nos portamos mal” y vuelven los milicos. El vicio de origen de la concertación fue su rasgo temeroso. En el caso de la D.C. se entiende como práctica cristiana y los socialistas lo justificaron como redención luego del fracaso de Allende. Se colige que entendieron que la culpa del derrocamiento del Presidente la tuvieron ellos.
2. “La mejor política comunicacional es la que no existe”.
Se atribuye esta frase a Eugenio Tiróni quien fue el estratega comunicacional del primer gobierno concertacionista y, bueno, también de los que vinieron después.
Se trataba de no establecer una “política oficialista” con lo cual los logros y fracasos de los gobiernos se comentaban por la prensa de derecha a la que se le entregó en bandeja (con avisaje del Estado incluido) la hegemonía comunicacional. De ese modo se permitió que la influencia mediática del conservadurismo se colara sin contrapeso en las mentes de la gente con las nefastas consecuencias de idiotez y estupidez que de sobra conocemos. Esto ha sido tan absurdo que en nombre del “pluralismo” se estableció un directorio de repartija en el canal de televisión del Estado, llevándolo a una neutralidad rayana en la negación de la ética, mientras en la televisión privada campea sin contrapeso el ideario conservador. Tanto así que Piñera llegó a definir a Chilevisión, canal de televisión que pudo comprarse con los ahorros de toda una vida, como un "supermercado con oferta variada".
Si a eso sumamos “grandes reformas educacionales” en donde desaparecieron por completo la “educación cívica” y casi del todo la filosofía, bueno, con esos estrategas…vayamos a la guerra.
3. “Las Instituciones funcionan”.
Muletilla constante del Señor Lagos, mitad monarca y mitad jefe de patio de recreo de un colegio. Esa frase refleja el vaciamiento de contenido de la política que se convierte en mera forma, mientras el poder se desplaza a las corporaciones privadas que lo copan todo en la economía, los comercios, la educación, los monopolios y las comunicaciones.
Esta falta de contenido es la que llevó, muchas veces la política a los campos de la extorsión cuando se pidió el voto ya que el cuco podía llegar. Bueno, ahora llegó.
4. La Actitud de Bachelet
La Señora Bachelet termina su gobierno con un 80% de apoyo. Y ella es la causante del triunfo de la derecha, en gran medida. Esa popularidad, que como bien afirmó Pablo Ruiz-Tagle es un artificio mediático que ha de evaporarse, es “mía y sólo mía” canta Bachelet en la ducha de su casa.
Si la popularidad de la Señora Bachelet no se traspasó al candidato de su Coalición, amén de las carencias evidentes del Senador Frei, se debe a la actitud casi misantrópica de la Presidenta que gobernó al margen de los partidos y de las lógicas propias del juego democrático. Total esa popularidad le da para apostar a ser candidata en 2013. ¡Que falta de inteligencia! ¿Podría alguien decirle a Bachelet que ella es un producto mediático de la prensa de derecha? y que surgió, casualidades de la vida, en medio de la pugna entre Lavin y Piñera en 2005 y que la propia derecha sabía que no iba a ser capaz de resolver hasta 4 años más.Y que ahora que el problema está resuelto, con Piñera Presidente y con Bachelet a punto de dejar la Moneda, su popularidad se esfumará a la velocidad del rayo. De eso se encargará la prensa, mostrándonos cada día las bondades del gobierno de Piñera. De Bachelet quedarán los estadios, bueno, algo es algo….
5. MEO
Aquí hablamos de otro producto mediático. Harto mal estaba la concertación como para que parte de su tropa comprará el discurso del joven muchacho. Las cifras indican que un porcentaje alto de su votación se fue con Piñera, para más ejemplo, revisen las cifras obtenidas por MEO y por Piñera en la I Región.
Probablemente los medios lo inflarán a MEO hasta que se acabe el gobierno de Bachelet como una manera de confundir la posibilidad de articular una oposición coherente. Luego del 11 de Marzo, tal vez comience su propia travesía en el desierto.
Y los que querían “nueva mayoría” ya la tienen, es Piñera. Pero con dúopolio.
Quiero aclarar que nunca he sido “gobiernista”, que reconozco los grandes avances que se han producido, en algunas áreas, en estos 20 años. Pero también contemplo con espanto, el fracaso de una gran oportunidad histórica que la concertación, no es que no haya podido, simplemente no quiso aprovechar. Había condiciones para construir una matriz progresista que expresara los cambios que se han venido produciendo en la última época en el ámbito de las costumbres. El resultado es pavoroso. La derecha atravesó las poblaciones e instaló allí su gran fuerza de votantes. La izquierda tradicional ha quedado reducida a la nada.
De allí que el progresismo, que quedó en tierra de nadie, pueda ser capturado por cualquier discurso de alambique y con su poco de hielo también.
Y no se engañen los que crean que a partir de ahora han de agudizarse las contradicciones para la emergencia de una fuerza incontenible y que emane desde las entrañas del bajo pueblo, tal vez sean muy optimistas. Estamos ante la anestesia definitiva, el golpe de gracia de la derecha (guaracazo lo llamarán otros) que sepultará un par de generaciones al menos.
domingo, 17 de enero de 2010
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