Pensemos Chile

domingo, 11 de abril de 2010

La Paradoja Cubana

¿Es posible pensar, a la luz de las informaciones que circulan, que el régimen cubano vive una crisis mayor a las habituales?; ¿Es dable pensar, como se ha pensado tanto, en que ahora si es el fin del gobierno iniciado allá por 1959?
No lo sabemos con certeza, uno de los rasgos fundamentales de aquel sistema es su hermetismo y dosificación de la escasa información. Ante la emergencia de los problemas y su agravamiento, la Habana siempre ha optado por la silenciosa calma y el secretismo que incluso no ve mal la propagación de toda clase de rumores.
Al comenzar el interinato de Raúl Castro y luego su ejercicio en propiedad del cargo, la prensa alimentó la idea de que el hermano menor sentía simpatía por el modelo chino y se alistaba a introducir reformas económicas semejantes a las de Deng Xiaoping. La idea era que en Cuba se implementaría un modelo económico abierto, cosa a la que Fidel siempre se negó, con fuerte restricción en el ámbito de las libertades políticas.
Nada de aquello ocurrió, tal vez porque fue un invento de la prensa, o porque las condiciones de modernización de la isla tornan inviable un modelo de ese tipo.
Y ahora, la prensa fomenta la idea de una crisis que surge desde las bases, con huelgas de hambre, protestas callejeras que vendrían a señalar el leve despertar de una sociedad atemorizada pero que ha vivido bajo un temor que la ha otorgado alguna certeza. En ese contexto la prensa sostiene la idea de una crisis terminal, la cual aumenta a medida que escasean los alimentos y algunas cuestiones básicas. ¿Es así?, no lo sabemos.
Otro elemento dice relación con el “corralito” que se habría aplicado a las empresas extranjeras que operan en la isla y que trabajan precisamente en el rubro de la alimentación. Esta es una noticia muy propagada en los medios pero sin otro dato que los normales rumores.
El exilio de Miami celebra que les pase aquello a empresarios que han ido a enriquecerse a costa de las miserias ajenas. Si así fuera, ya que parece que el asunto tiene sus matices, no es muy distinto a la globalización de las corporaciones que en todas partes se adueñan de bienes y servicios de las poblaciones ante la vista y paciencia de Estados disminuidos y no pocas veces corruptos.
¿Será el fin de la dictadura cubana el comienzo de un florecimiento de la democracia en aquel país? Tal vez el deseo se encuentre un tanto desfasado. La democracia tal y como la conocemos y practicamos, dista bastante de ser un modelo ideal. Son tiempos estos en los que los sistemas políticos se encuentran jaqueados por el empoderamiento fáctico de las corporaciones globales.
El factor del consumo y de una cierta libertad de movimiento parece ser el relevo a un régimen inflexible en estas materias. ¿Será suficiente? La paradoja es que si bien la situación actual parece insostenible, el remedio no garantiza algo mejor. ¿Será esto razón suficiente para mantener las cosas tal y como están?

Es en este contexto que cabe preguntar por la responsabilidad de la izquierda latinoamericana en torno a esta paradoja.
Durante años, sectores diversos de la izquierda defendieron a Cuba con argumentos bastante abstractos. Algo así como decir, “es un ejemplo de dignidad”, “encarna la lucha de un David contra un Goliat imperial y egoísta”. Cuba fue el imaginario de una resistencia de salón contra un imperio odiable. No obstante nos llenábamos de aparatos de última generación provenientes del “enemigo”. ¿Es eso malo?, no lo creo.
Aún hoy, la izquierda en América Latina defiende a Cuba contra el Imperio mientras se entienden con estos últimos e incluso aplauden a Obama, por demócrata, por negro, por liberal y buena onda.

El destino de la población cubana es hoy un enigma. Tal vez sea conveniente entonces que la izquierda abandone sus retóricas abstractas que por lo demás se cuecen en la lejanía o con el timbre de un pasaporte de turista.

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