Como que de pronto pareciera mejor ignorar y no informarse. A tres meses del arribo de la derecha al gobierno seguimos padeciendo una nefasta cosecha. Los frutos de la concertación se han tornando evidentes en estos dos meses. Si a eso se suma la endémica incapacidad de la izquierda para plantear alguna idea duradera, podemos concluir que nos hallamos en pleno descampado, en un mundo despoblado.
La parálisis de la oposición, da al nuevo gobierno carta libre para manejar las cuestiones a su antojo.
El día a día de la concertación o lo que queda de ella, es lamentable. No hay atisbo alguno de cohesión y planteamientos de fondo. Sólo hay una tibia capacidad de reaccionar con alguna bravuconada a los avisos del oficialismo o al disenso en la propia tropa. En ese contexto pueden leerse las declaraciones de Francisco Vidal quien ha atacado a los liberales de la concertación que, según el antiguo ministro, serían los culpables del fin de la concertación.
Más a la izquierda la cosa no es mejor ya que la retórica de esa izquierda es de sobra conocida en su queja lastimosa, se asemejan a esos romeros que mutilan sus rodillas a la búsquela de una redención que nunca llega. Por tanto no hay allí idea alguna ni menos capacidad de sorpresa.
Por ello es que los medios han comenzado a inventar que la posible ruptura del gobierno, es decir la emergencia de una oposición, le brotará de dentro. Aquello no es más que pura ilusión.
Tampoco ha nacido el “piñerismo”, como proclamó un analista en la prensa.
El asunto no tiene salida y las pautas del proceso seguirán siendo determinadas por la derecha.
Más de una vez ya hemos ensayado alguna hipótesis de como llegamos a esto. El asunto es si acaso hay algo que pueda permitir pensar en un proyecto político diferente al de la derecha que se corre hacia el centro.
Por ello es que el ridículo gesto de Pepe Auth, de evitar una contienda con Carolina Tohá, emula los aprestos centristas del gobierno. No hay más. A las puertas del mundial de fútbol, la elusión y el conformismo de un día a día interminable no harán más que confirmar que la puerta de salida se cerró.
Este decampado ideológico puede ser terreno abonado y desafiante al pensamiento. Para ello se requiere un poco de lucidez y evitar la monserga lastimosa de que la culpa la tienen siempre los otros y uno no es más que una pobre víctima.
En ese contexto se inscriben, por ejemplo, las impresentables declaraciones del Presidente del Colegio de Profesores quien ha dicho, a propósito de los resultados del SIMCE, que, “nosotros no somos responsables de nada y no hacemos (y no enseñamos le faltó decir) autocrítica".
La sana autocrítica no es sólo un recomendable ejercicio de honestidad intelectual, también es un modo de evitar el estar siempre en el lastimoso lugar de la víctima.
domingo, 6 de junio de 2010
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