Estamos en medio de una conmoción a nivel nacional, desde hace más de quince días por la suerte que corren esos treinta y tres “viejos”, como se llaman entre ellos, los mineros chilenos. Durante todo este período no ha dejado de funcionar la fórmula que utilizan brillantemente nuestros medios de comunicación especialmente la televisión, transformando todo en un espectáculo, y no sería extraño que aparecieran en el campamento logos publicitarios en aparente solidaridad.
Por otro lado, el gobierno ha aparecido tomando medidas que si bien es cierto son necesarias, tienen más de efecto mediático que efectivo y los políticos como los parlamentarios de la región, y otros, aparecen diariamente sorprendidos en las pantallas, por situaciones que desnudan nuestra realidad tal como ocurrió con el terremoto. Esta situación de sorpresa expresada por los parlamentarios, llama profundamente la atención, cuando en medio de los accidentes anteriores en la mina, en otra faena, la mina “Carola” a pocos kilómetros del lugar, los trabajadores debieron recurrir a una huelga de hambre en el mes de junio por la negativa de la empresa a negociar y nadie escucho el clamor de los dirigentes.
El resto de los políticos mediáticos están dedicados a hablar de los conflicto de interés incluso el senador Girardi discutiendo la fusión de Lan con Tam, como si representara algo de importancia para la mayoría de los chilenos. Por su parte, la Sra. Tohá hace alarde de democracia anunciando elecciones primarias para todos los cargos.
Pero, ¿que ocurre en la realidad? Que el Sr. Daniel Fernández abandona las funciones públicas a las que muchos como él llegaron por su “vocación de servicio público”, dejándonos legados, como la autorización para pintarrajear las estaciones de Metro y los trenes con publicidad y el incremento de la frivolidad en Televisión Nacional Y ahora se transforma en destacado ejecutivo de Hidro-Aysén, empresa que representa la destrucción del sistema de vida de la región. Este tipo de práctica como la de Daniel Fernández, revela que los conflictos de interés, son el producto de una política implantada en Chile desde la década del ochenta, perfeccionada y profundizada por los cuatro gobiernos de la concertación, dirigida a colocar todas las energías del Estado, en función de resguardar la estabilidad del dinero y los mercados, a cualquier costo, por encima de las personas y sus vidas.
En el inicio de las obras de un nuevo centro comercial, cuando aún era presidente el Sr. Lagos, su dueño el Sr. Paulmann le cantó el cumpleaños feliz al presidente, en una muestra de cariño agradecido, al estilo de la Marilyn con Kennedy, porque el sabía que el Sr. Lagos en sus seis años produjo consecutivamente durante todo su período las mayores utilidades para los empresarios y el mayor deterioro de los ingresos de los trabajadores en Chile.
Estos conflictos de interés, que ponen la rentabilidad de las empresas, por encima de toda consideración, y que representan el principal factor de desigualdad y que se encuentra consagrado en nuestra constitución y sus leyes, de las que nadie del poder político habla, CONSTITUYEN LA RAZON DE ESTA Y TODAS LAS TRAGEDIAS QUE VIVEN DIARIAMENTE LOS CHILENOS COMO ESOS TREINTA Y TRES TRABAJADORES Y SUS FAMILIAS.
Felipe Valenzuela Silva
domingo, 22 de agosto de 2010
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