A veces tiendo a comprender a esa gente que prefiere salir huyendo de esto que se da en llamar civilización. Hay quienes hacen apología de la naturaleza, el pasto, el guitarreo lloroso, los animales, pero para contemplarlos, no para asarlos. Se lanzan con todo a la búsqueda del yo interior que ha de estar allí si es que acaso no se ha cabreado y ha desaparecido también.
Digo esto porque el mundo exterior ofrece una perspectiva calamitosa siempre, pero ocasionalmente patética como, por ejemplo, ahora. Esta mañana la prensa informa de que de Japón a Libia el mundo pende de un hilo como si aquello constituyera una novedad.
A renglón seguido, se ha instalado en Chile el debate sobre la energía nuclear. Resulta que ahora todo el mundo sabe del tema y a partir de ello se instala la alternativa de la vela encendida, como una forma de protegernos del mal y así ir retornando rápidamente al estado de paz y naturaleza que los buenos de los ecologistas nos ofrecen. En su lectura teológica del mundo, el apocalipsis ya no es el fuego eterno en donde azotan las furias de dios, sino la catástrofe natural-nuclear final, como si aquello dependiera sólo de la naturaleza y sus caprichos. Esta nueva teología nos enseña que la diosa se enoja con nuestros pecados. Estos ya no son el desenfreno gomorriento que se cuenta en las escrituras, sino el arrojar papeles en la calle o fumar en lugares públicos. Vayan a decirle eso a los dueños de compañías aéreas, industrias, carreteras etc. Claro, al igual que en la otra teología, es posible que algunos puedan acceder a indulgencias.
Y por si fuera poco, nos hallamos a pocas horas de recibir a una visita ilustre, Obama. Con una ciudad sitiada recibimos al “hermano mayor” que, en sentido estricto, es bastante más insignificante que otros que llegaron antes. “No es Bush”, me dirán. De acuerdo, pero no es más que eso, aunque con una pigmentación y puesta en escena distinta. Obama, para nosotros, no representa otra cosa que la cristalización de un poder omnímodo del cual él es algo así como el gerente. No obstante, la masa, ávida de novedades, saldrá a la calle a ver pasar un hecho histórico, un negro que llegó a ser Presidente del mundo.
¿Qué visita es esta?
Tuvo que venir un analista brasileño, Clovis Rossi, mérito de la Tercera de hoy, a decir lo obvio. Esta es una visita no al país, es una visita al mercado, a la apertura de los mismos, un viaje de negocios, de lo cual tampoco hay mucho que espantarse. Lo terrible es que esos análisis no se escriben por acá. A pesar de ello, qué más da, Obama nos visita, mañana es día de guardar. Aunque, sospecho, el problema no es Obama, son los que lo aplauden y esperan algo de su política.
domingo, 20 de marzo de 2011
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1 comentario:
un mercado, como cualquier otro mercado, nihil novum sub sole.
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