A un año de haber dejado el gobierno, la concertación ha experimentado su primera alegría sincera. La destitución-renuncia de la intendenta de la región 8, conocida como JVR, ha sido motivo de jolgorio y brindis varios por parte de los partidos que antes estaban en el gobierno.
Lo notable es que la concertación no hizo mayor cosa para labrar su alegría, de hecho, pasó de espectadora a descorchadora de champaña. El asunto lo inició Alejandro Navarro, fue él quien dio a conocer la historia que enmaraño el tema. Es cierto, Navarro era de la concertación, pero ya no. Sabemos que, desde hace tiempo, el Senador pretende apacentar tropa propia a partir de las fronteras de la Octava, es más, se habla de que existe algo así como el “Navarrismo”. Por tanto el primer mérito es para Navarro, hombre activo y amigo de hablar de sí mismo en tercera persona.
Luego de aquello vino toda la historia que culminó como sabemos. La gran alegría de la concertación la experimentó en el palco, no en escena. Y ese es su problema. Y hay que aclarar que más allá de las leguleyadas de la famosa acusación constitucional, JVR estaba sentenciada por otra vía, irregularidades de las que la concertación no se había enterado por estar discutiendo los fundamentos de la acusación constitucional.
¿Cuándo será la próxima alegría?
Con un realismo que al parecer cuesta mucho aprender, Carolina Tohá ha dicho que la concertación no puede seguir esperando que Bachelet tomé una decisión. Se supone que tendrá que ver con una posible candidatura. Mientras tanto parece que se sienten solos. De hecho, el que Bachelet no venga al próximo congreso del Partido Socialista tiene a varios muy nerviosos y frustrados. Aquello va desde la sensación de orfandad a asumir que se debe andar así no más, solitos, ya que Bachelet esté en otra cosa. En todo caso el congreso del P.S. tiene anunciado como número estelar a Carlos Altamirano, ante tamaña expresión de lucidez, que importa que otros no vengan.
Por su parte Ricardo Lagos, ha chuteado la pelota hacía adelante y anda mostrando un documento que dice que hay que pensar al Chile de 2030. Siempre es más fácil eso que hacerle el peso a un presente incómodo y desértico. Pero Lagos también está en otra cosa. Su apuesta es ser referente de ideas en un contexto en que la política dejó hace rato de ser una cuestión de salón….y de calle. No creo que el famoso documento de Lagos dé cuenta de aquello.
En la D.C. ni siquiera se plantean problemas de este tipo, allí, cual anacoretas de la primera era del cristianismo viven en la contemplación. Es posible que ante un presente tan enredado prefieran el consuelo de la promesa de la eternidad.
Habrá que esperar que el gobierno vuelva a meter las patas, cosa que no le cuesta mucho, para que la concertación vuelva a sacar pitos, challas y cornetas. Al menos, que sea una vez al año.
domingo, 10 de abril de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario