A propósito de la última columna publicada en esta página, el domingo 19 de Junio, recibí un comentario del que quiero hacerme cargo. Un lector me reprocha, en tono amistoso, por cierto, el haber dejado fuera la problemática homosexual en medio de la descripción interminable de los males que surcan la época.
Nuestro lector, pregunta si acaso no podría pensarse en pasar de la discusión elitista a una de mayor masividad y evoca, con erudición, por cierto, el texto de Marx de "La Cuestión Judía". De ese viejo texto,nuestro amigo Atencio desprende la posibilidad de abandonar la cuestión puramente económico-jurídica al singular genérico.
Tratemos el tema en tres momentos.
Desde hace tiempo se ha planteado y como fruto de la evolución de las costumbres, el hecho de la irrupción de las minorías, sus derechos, todo ello como potencial emancipatorio, toda vez que los grandes relatos de la Ilustración referidos a la emancipación del género humano por la razón y la constitución de una Historia Universal habrían colapsado. Esta reivindicación de las minorías, sexuales, de género, étnicas, ecológicas, se las debemos, teóricamente a los autores de la posmodernidad. Es algo semejante a lo que Carlos Fuentes ha denominado “policultura”.
En Chile han existido grupos que han enfrentado este tema y que han dado una larga batalla de ideas, cosa difícil en un país huérfano de ellas, por la reivindicación de los homosexuales. De pronto no sólo se ha tornado una reivindicación justa sino correcta en términos políticos. No olviden que un ente tan aborrecible como el Consejo Nacional de Televisión, multó a uno de sus socios por emitir rutinas humorísticas y burlescas sobre homosexuales.
Por tanto hay una tendencia general a incorporar este tema ya que se trata de una cuestión natural, más allá de las imbecilidades que profieren sujetos como Jorge Reyes o Carlos Larraín.
En segundo lugar, se ha planteado la posibilidad de un acuerdo de vida en común AVC, tanto para parejas heterosexuales como homosexuales. El asunto partió como iniciativa de la derecha, ya que para variar la concertación no se aviva nunca y no hace más que subirse a cualquier carro que vaya pasando, el último al que se subieron fue el de los universitarios. (Vergüenza debiera darles, aunque sea un poco)
La cuestión es que la derecha ha puesto particular acento en el campo jurídico-económico, para ponerlo en términos del comentario de nuestro lector. Hasta allí el asunto es insuficiente ya que no se trata de una cuestión puramente patrimonial, pero a la derecha no se le puede pedir otra cosa. Por tanto el AVC debiera dar un paso más, a saber, el matrimonio homosexual. Y aquí es donde surge la pregunta. ¿Para qué?
Si es para adoptar niños, se podrían emplear otras formas jurídicas que reconozcan a este singular genérico.
El matrimonio es por esencia una institución conservadora y retrograda que no hace más que solidificar, bajo la forma de derechos y deberes, una cierta atadura económico-jurídica que acaba por transformarse en un zapato chino.
El matrimonio consolida la célula familiar como núcleo conservador de una sociedad que al amparo de la explotación y la enajenación hipoteca el futuro de generaciones.
Por lo tanto, resulta extraño lo del matrimonio homosexual, no por lo que dicen todos los publicistas de la derecha, sino por lo conservador del asunto. Yo les llamaría conservadores progresistas a quienes promueven esta idea. Lo anterior no elimina, en modo alguno, la necesidad de su reconocimiento, por ejemplo, como parejas de hecho y, por cierto, se debe atender a que no sean discriminados en ningún sentido.
Por último, nuestro lector nos ha recordado el texto de Marx de “La Cuestión Judía”, sorprende, al recordar ese texto, la brutal crítica de Marx a los “derechos humanos” emanados de la Revolución Francesa. Esa Revolución nos legó un sistema democrático que hoy se desmorona a vista y paciencia de todos. Ya va siendo hora de pensar en otra cosa.
domingo, 3 de julio de 2011
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2 comentarios:
Desde la catástrofe financiera de los subprime en los USA hace tres años, hasta la actual bancarrota de Grecia y la próxima de Portugal, España e Italia, el fantasma de Marx campea en el análisis estructural de la crisis sistémica del capitalismo. Pero qué duda cabe que también lo hace a la hora de mirar sus efectos en la superestructura. Este "revival" ayuda a una diagnosis muy precisa de la crisis. Se trata ahora de dar con los medios para salir de ella. La pregunta está abierta, también (y sobre todo) para el pensamiento marxista.
del matrimonio ni hablar....tal y como lo plantea hoy en día está en vías de extinción...lo que es en sí ya un logro y una alegría..... por mi parte no lo comparto a no ser por esos vestigios del sueño de la doncella y su príncipe azul que nos inculcan desde pequeñas o nuestras madres o en su defecto (porque ya casi no es así) a través de los medios de comunicontrol.......y que guardan su raíz en nuestro inconsciente....
por lo de nuestra "querida democracia" tan solo restar decir: "tomemos nuestros martillos y terminemos de derrumbar estas estatuillas huecas"....que lo que se viene no puede ser otra cosa que la responsabilidad de nuestra propia existencia ......
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