Pensemos Chile

domingo, 24 de julio de 2011

Los Archivos y las Momias

Antes de su estreno ya era objeto de críticas. La muy publicitada serie de TVN, “Los Archivos del Cardenal”, ha provocado diversas reacciones que retrotraen a un trozo de historia aún no zanjado e impune.
Con el atributo propio de las momias, Carlos Larraín ha puesto el grito en el cielo por la supuesta “tergiversación” de los hechos ocurridos durante la dictadura y que están, según él, al borde de la mentira. El Director de TVN, hombre de confianza del gobierno, ha defendido la serie, señalando la misión del canal público en el ámbito formativo y en el hacer conciencia en los ciudadanos sobre la historia reciente. Ni la Concertación llegó tan lejos en sus políticas televisivas y apostó a la farándula y a la banalidad.
A los cuestionamientos de Larraín siguieron los de Alberto Cardemil, Subsecretario de la Dictadura en cuestión, hombre de confianza de Pinochet y que jugó un lamentable rol en la entrega de resultados del plebiscito que desbarató los planes del dictador. El reclamo de este sujeto apunta al uso de “platas públicas” para mostrar hechos que en su concepto deforman la realidad. Habría que recordarle a este individuo que con “platas públicas” se pagó el combustible de las naves donde se torturó gente o se la arrojó al mar.
Los que hayan visto la serie, salvo que hayan vivido en Marte en los últimos 20 años, se habrán dado cuenta de que no se habla allí de nada que no se sepa por un conjunto de documentos y publicaciones, algunas oficiales, que, hasta ahora, nadie ha sido capaz de desmentir. Y esto tiene que ver con el asesinato masivo de chilenos y la desaparición de sus cuerpos, cuerpos que sólo han sido recuperados en parte sin que a los personajillos que hemos nombrado les importe mucho que aquello aún no haya ocurrido.
¿Por qué tanta rabia? Probablemente ellos prefieran la farándula o las series costumbristas. Y no series que muestran, bajo el formato de la ficción un turbio período de nuestra historia, odiable toda por cierto, pero que conviene conocer.
El diario El Mercurio ha editorializado este sábado, alabando la serie pero cuestionando su unilateralidad. Con un argumento simplista que busca el empate, el diario de la familia Edwards pregunta por “la otra visión”. La de “los excesos de la izquierda”. O sea, alguien debiera mostrar los hechos violentos de la Unidad Popular que, en la lógica mercurial, desencadenaron el golpe de Estado.
Hay que recordar que el propio Mercurio se ha encargado de aquello desde el mismo 11 de Septiembre de 1973 hasta el día de hoy. Lo mismo hizo la televisión pública entre 1973 y 1989 mostrando documentales en donde se veían las colas, el desabastecimiento o la toma de fundos. Lo vimos hasta el hartazgo. Incluso burdos montajes, como el de los 119 supuestamente asesinados en Argentina y cosas de ese tipo que habiendo sido desmentidas, no han sido objeto de revisión o autocrítica, estamos hablando de mentiras flagrantes, por parte de los publicistas de la época aquella. ¿Han dicho algo sobre ello Larraín, Cardemil o el propio Mercurio?
Lo cierto es que al gobierno le llueve sobre mojado, no siendo suficiente su desorden interno, el risible papel del Presidente y las protestas, el malestar que se acumula y expresa, ahora sus propios partidarios cuestionan el papel de su televisión. Han de verlo como un disparo en los pies. Por encima de todo, los personajes y editorialistas aludidos debieran revisar su propio comportamiento en vez de salir al borde de la histeria a defender lo que ya nadie defiende.
En el fondo se trata de un asunto moral, que en Chile se asesinó gente por parte de agentes del Estado y que sólo en parte aquello ha sido reparado.
Pero pedirle eso a una momia....

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