¿Malos o derechamente Tontos?

Como una nueva contribución a la sociología nacional, el Intendente de la Región de Concepción,Víctor Lobos, ha lanzado una novedosa teoría para explicar los hechos de violencia que han acontecido en los últimos meses en estos Lares.
El hombre de la Octava Región ha dado a entender que la violencia, que el achaca mayormente a la juventud del ámbito estudiantil, se debe a que en Chile la familia ha ido desapareciendo y estos jóvenes serían el resultado del progresivo nacimiento de niños fuera del matrimonio. Por suerte no llegó tan lejos como para culparlos de aquello.
Emerge la moralización. La verborrea derechista, circunscrita a la historia de Gonzalo Vial,las encíclicas vaticanas y al manual de Carreño, no puede encontrar mejor explicación que la de un sujeto tan idiota.
Se puede entender que, cabalgando a toda crisis moral como pregona la derecha y sus brazos religiosos, la ausencia de matrimonios va a provocar el fin del mundo. Cuando uno escucha este tipo de cosas no puede dejar de experimentar un extraño asombro. Asombra la imbecilidad humana, produce rencor contra la especie y evidentemente, para que lleguen a un mundo con esta clase de especimenes, mejor que no nazcan más niños. El Intendente no entiende nada y la derecha tampoco.
En un curioso intento por explicar sus absurdas palabras, el personaje concluyó que había dos posibilidades, a saber, “yo me expresé mal” o, “la gente no me entendió”. Aparte de que su intento de explicación ha de haber implicado una enorme fatiga a su intelecto, Lobos quedó peor que antes. Es dudoso que millones seamos más imbéciles que él. Hay hartos, es verdad, pero no tantos.
Los estudiantes secundarios y universitarios no han hecho otra cosa que manifestar algo que estaba allí, contenido y que, como dijimos el domingo pasado, nadie quiso ver. La prensa preguntó al Gobierno central si a Lobos se le va a pedir la renuncia por sus declaraciones, en verdad, lo mejor sería dejarlo como material de exhibición de lo cavernario que se puede tornar el pensamiento cuando uno cree que aún vive en el siglo XIX. Esto último la derecha lo encarna a la perfección.
Como si no bastara con esto, el día miércoles, el Ministro de Salud, celebró casi al borde del llanto, el término de la huelga de hambre de los estudiantes de Buin. Con frases rumbosas que aludían a que “ningún compatriota puede morir por muy justa que sea su causa” el Ministro parecía evitarle al gobierno un problema mayor. Por ejemplo, que Piñera ya no sea comparado con la Reina de Inglaterra sino que derechamente con Margaret Tatcher.
Algo extraño ocurrió ya que a la mañana siguiente, jueves, Mañalich retrocedió sobre sus pasos y cambio las explicaciones emotivas por las científicas. En realidad, sostuvo el sujeto en cuestión, salvo una persona, los otros no hicieron huelga de hambre. No había algo así como una comprobación científica de una huelga de hambre efectiva. Es evidente que en medio del violento descalabro que se produjo entre miércoles y jueves no era el momento para debates científicos, además de que todo indica que el señor Ministro, si no estaba mintiendo, al menos introducía una provocación completamente innecesaria.
Y entonces uno vuelve a preguntar, ¿Cómo es posible tanta estupidez?, la es, la es.
Para remate y con su tradicional tono con el que constantemente espía el abismo, El Mercurio reclamó en uno de sus editoriales de esta semana que ante el desorden imperante se requerían, “políticos de fuste”.
La palabra empalma perfectamente con la tradición de la derecha chilena. En una de sus acepciones, la palabra fuste, remite a las armazones de las sillas de montar. Por tanto ha llegado la hora de la huasca y el rebenque. Eso era lo que nos faltaba.
Como dijo un viejo sabio en boca de uno de sus personajes, “la gente, jefe, es mala y el mundo, un desatino”.
En fin