Alguien podría llamarse a engaño y pensar que escribo sobre Harry Potter.
No. Escribo más bien respecto de don Arturo Martínez, que tanto en apariencia como en realidad no se parece mucho al mago aquel, pero vamos viendo con cuidado.
En sentido estricto se puede afirmar que la primera gran diferencia entre ambos es que el primero no existe y el otro sí. Sin embargo, esto puede ponerse en entredicho si se asume que, cuando se le escucha hablar, Martínez viola la elemental regla del viejo método cartesiano que dice que, “pienso, luego, existo”.
Entonces se le parece más a Harry que lo que uno podría suponer. El primero es derechamente una ficción, el segundo, extravío el pensamiento en alguna parte.
Además, se puede afirmar que mientras el mago británico le hace a los trucos, como todo mago, nuestro Harry santiaguino también.
De otro modo nadie podría explicar la manera como se ha mantenido al mando de la CUT desde hace muchísimo tiempo. No son pocos los que afirman que aquello ha sido una de las causas de la decadencia del movimiento sindical, pero aquello es otro asunto.
¿A qué viene todo esto?
A la notable frase de esta semana en donde Arturo Harry Martínez pretendió explicar la violencia que se produce en las marchas y que es provocada por aquellos que la prensa denomina como los “encapuchados de siempre”.
Sin mayor aspaviento, Arturo dijo que esto era el resultado de las lecciones de los profesores de filosofía que “le metían leseras en la cabeza a los cabros”. Debo aclarar que si bien dedico algo de mi tiempo a enseñar filosofía, no me interesa hacer una defensa gremial ya que más que aludido, me siento convocado a la carcajada.
Tomemos dos premisas para tratar de entender que puede haber desatado la frase del jefe de la CUT.
Primero, se supone que no se refiere a los estudiantes de Enseñanza Media, ya que como casi todo el mundo sabe, esta vieja disciplina que es la filosofía, prácticamente ha desaparecido del curriculum de la educación secundaria.
Segundo, es posible que se refiera entonces a quienes dictan asignaturas de filosofía en carreras universitarias, ya que sabemos también que carreras de filosofía como tal, hay cada vez menos toda vez que su campo de trabajo se encuentra muy limitado.
Luego de estas dos premisas, podríamos plantearnos algunas cavilaciones.
¿Que quiere decir que alguien “le meta leseras en la cabeza a una persona”?
Se podría suponer, por ejemplo, que un profesor, de la rama que sea “le mete leseras en la cabeza a un cabro” cuando le explica, por ejemplo, la teoría de conjuntos, la historia de las mitocondrias, los entuertos del Quijote o la emancipación política del siglo XIX en Latinoamérica.
También puede suponerse que los estudiantes no son sujetos y por tanto podrían verse fuertemente influenciados por discursos panfletarios, que los hay, que los lleven a querer incendiar el local.
Pero para eso, a pesar de lo que dice Arturo, no se requiere a los filósofos, se necesita a cualquier persona que más allá que sepa de filosofía o de magia negra, tenga un alto nivel de distorsión en la cabeza y haya llegado a la convicción de que el tablado hay que patearlo. Eso no se debe a una disciplina específica, se debe a que cada uno es como es.
No descartemos que haya profesores de filosofía que piensen así, pero eso es parte de sus convicciones y no de su saber. La filosofía es en esencia una actividad reflexiva y por ende inútil. Inútil en el sentido que se entiende la utilidad en tiempos como estos y por aquella razón fue prácticamente amputada del curriculum educativo, pero ni el Colegio de Profesores ni el propio don Arturo tomaron mayor nota de aquello más allá de algún reclamo que no llegó a puerto. En eso si tienen responsabilidad los filósofos, con excepciones notables por cierto, que de alguna manera se han restado del debate y de limitan a reproducir a ratos de modo mecánico teorías que parecen territorios inexpugnables a la comprensión humana.
El valor reflexivo de la filosofía consiste por tanto en permitir ocuparse del pensamiento subjetivo a partir de las condiciones en las que se da la existencia, si de ahí alguien deduce que debe agarrar a piedrazos a un paco o quemarse a lo bonzo, la culpa, en este caso es del chancho, no del afrecho.
Pero explicarle esto a don Arturo…….
Las piedras filosofales eran supuestamente sustancias, nos hemos valido de su uso literal sólo por molestar.
domingo, 4 de septiembre de 2011
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1 comentario:
Me acordé:
"Pienso, luego existo" dice Descartes pero en realidad -pensé por aquel entonces- la misma conclusión de que "existo porque pienso" no es más que otro pensamiento.
El argumento cartesiano tiene tanto valor como decir que existo porque me veo en el espejo: en tal caso es el órgano de los sentidos "ojo" viéndose a si mismo. Lo mismo sucede con la mente reconociéndose en sus pensamientos: concluir la propia existencia a partir de ellos tampoco es evidencia suficiente tal como la prueba de los sentidos porque es igualmente autorreferente.
Ignoro si tiene algo de valor esto pero es más o menos lo que pensé hace años. Tal vez estuve influenciado por la lectura de algún dialogo de Platón como el teeteto o el parménides o ambos. En cualquier caso nunca me vi estimulado a salir a las calles a tirarle piedras a los pacos.
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