Pensemos Chile

domingo, 22 de abril de 2012

Nota Necrológica

Tras una larga agonía la Concertación ha muerto. A primera vista su muerte no ha sido muy lamentada y es muy probable que la difunta coalición de partidos no sea objeto de elogios como se hace usualmente con los muertos. Tampoco se derramarán lágrimas copiosas ante su ausencia definitiva. Es muy probable que su sepelio sea en privado y falten brazos para alzar el cajón del muerto. ¿Qué significó en vida? Es posible que esta pregunta no sea tan sencilla de responder si no se atiende a la naturaleza de su origen. Lo que surgió como una herramienta electoral para enfrentar el plebiscito de 1988, se transformó en coalición de gobierno que por 20 años permaneció en La Moneda. La primera gran contradicción estriba en el modo como definió su política. En una época en donde el Estado retrocedía ante la fiebre privatista y el dogma del mercado, la Concertación no pudo o no quiso aventurar un camino distinto. Redimidos de lo que muchos de ellos llamaron época de delirio, algunos de los viejos partidarios de la Unidad Popular se instalaron en el nuevo sistema global. Por lo tanto, la continuidad del proceso de modernización de la dictadura se mantuvo en su arquitectura. No fue posible, no pudo o no quiso, que esto cambiara. Responder esta pregunta es lo más complejo. Su última dirigencia fue lamentable, los antiguos caciques tomaron palco mientras se desdibujaba el sueño de la igualdad o de la protección social. Algunas de esas banderas las ha tomado el gobierno de la derecha que al fin y al cabo no se diferencia mucho de los gobiernos anteriores. Mientras tanto sus principales estrategas, aquellos que la concibieron en su origen, han devenido en intermediarios y asesores de imagen para grandes conglomerados de todo tipo. La Concertación extinta propugnó en la vuelta a la democracia lo que podría entenderse simplemente como una “democracia de partidos”, lo demuestran las recientes primarias municipales, ese fue, entre otros, un lamentable error. Se trata de una estructura excluyente a la que le paso factura el movimiento estudiantil y otros actores el año pasado. ¿Hay alguna alternativa? Todo indica que no. Mientras la izquierda sigue soñando con un “frente amplio” donde al final se impone la lógica partidaria y hasta MEO creó su propio partido, el futuro no será muy diferente. La muerte no significa que algunas de las prácticas instaladas vayan a desaparecer. Finalmente puede decirse de la difunta, que fue presa de la realidad impuesta como posible en una época en donde todo viento contrario era juzgado como arrebato o insensatez. Pd. Hoy domingo hay algunos que sostienen la posibilidad de la resurrección del muerto. Casos así ya han existido.

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