Pensemos Chile

domingo, 20 de mayo de 2012

Carlos Fuentes

La noticia de la muerte de Carlos Fuentes nos ha sorprendido. El escritor mexicano desarrollaba una actividad regular y hace poco había visitado Buenos Aires en donde había dado una entrevista al diario Perfil, una entrevista esclarecedora de su pensamiento respecto de las cuestiones que inciden en el desarrollo político de América Latina. Sus obras han sido una particular y constante reflexión sobre América Latina, alejado, por cierto, de los dogmatismos de izquierdas y derechas y de la neutralidad del centro. Fue ante todo un individuo que evolucionó con su época y supo leer sin anteojeras los hechos políticos y sociales del continente. Su principal reflexión se centró, en gran medida, en el problema de la modernidad en América Latina. En “Valiente Mundo Nuevo”, en donde examina la historia de América Latina a la luz de la narrativa, Fuentes realiza un agudo análisis de nuestra compleja relación con la modernidad. Hemos sido, sostiene, una especie de vagón de cola de la modernidad y siempre hemos adscrito a la última teoría vigente ya sea el fascismo o el marxismo, la cuestión reside en no quedar bajo la mesa del banquete de la civilización. No le falta razón y sin duda también ella le asiste, cuando se refiere, ya en 1992, al fenómeno de la desaparición de la nación y la emergencia de la policultura. Lo cual no lo transforma, a mi juicio, en un posmoderno sino que toma nota del fenómeno. La utopía ocupa un lugar destacado en esa obra, la lectura de América por parte de Europa, como una utopía. Una utopía primero espacial y luego política que el reconoce a su vez presente en la obra de Carpentier, entre “Los Pasos Perdidos” y “El Siglo de las Luces”. Otra obra notable es “El Espejo Enterrado”, allí traza una lectura del fenómeno de la conquista aludiendo a cuestiones como el “descubrimiento” que ha sido examinado, no sin asidero, como una 2invención” por parte del mundo europeo. De sus novelas recuerdo particularmente “La Muerte de Artemio Cruz” y “Los años con Laura Díaz”. En ambas se revela una formidable reflexión sobre las contradicciones y complejidades del mundo americano, particularmente en la relación con el poder. Esto último queda patente de manera aún más radical en una de sus últimas novelas, “La Silla del Águila”, en donde, bajo el formato de cartas entre diversos actores de la política mexicana, revela las intrigas y secretos propios de un ejercicio del poder que se deja ver como oscuro y corrupto tras una fachada institucional que aparenta un funcionamiento adecuado. Asunto no menor en tiempos en que la política ha dejado de ser un polo de atracción y se ha transformado en un ejercicio de ambiciones y de castas. Por encima de cualquier cosa, Carlos Fuentes fue un intelectual lucido que encarnó lo más señero de la libertad de pensamiento. Su última columna, referida a la victoria de Hollande en Francia así lo revela. La pregunta que subyace allí es la pregunta por el socialismo, precisamente porque ya nadie sabe qué cosa es. Hay allí un gran “pero”, como en casi todo.

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