Pensemos Chile

domingo, 3 de junio de 2012

Lo que faltaba

Las recientes declaraciones del ex-Presidente Aylwin han arrojado la última capa de tierra a ese muerto que en vida se llamó Concertación por la Democracia. No poco escándalo causaron sus palabras, no obstante, todo el mundo sabía lo que el viejo político pensaba. El asunto es que lo hizo patente en medio del velorio de la concertación. Si bien todos sabían lo que Aylwin pensaba, la gracia era que no lo había dicho hace mucho. Por ello estaba encumbrado en una suerte de pedestal donde era venerado por todo el mundo, incluso por muchos de aquellos que en otras épocas lo maldijeron por su actitud intransigente durante la Unidad Popular. Ahora se ha mandado pedestal abajo y todo el mundo se asombra de esta especie de hipocresía con la que se había convivido desde que la Concertación llegó al poder. No hay que olvidar que en Septiembre de 1990, cuando Aylwin era Presidente, encabezó un simbólico funeral al Presidente Allende. En aquella ocasión y en un discurso bastante alambicado, reconoció su oposición a Allende, pero reivindicó su figura como demócrata, como un hombre que encarnó esperanzas de transformación pero que tuvo un final trágico donde las responsabilidades se repartían por igual. Y ahora, Aylwin ataca a Allende, ¿había necesidad de hacerlo? Con el juicio de que fue un “mal político”. Esto explica según el razonamiento de Aylwin, que el gobierno de Allende habría terminado del modo como acabó. Algo de frívolo hsy en las palabras de Aylwin. ¿Qué define a un mal político?, ¿Qué lo sería un buen político? El señor Aylwin no abunda mucho en ello, pero es claro que el gobierno de Allende acabó como acabó, por una conjunción de factores que no es del caso personificar en él solamente. Hace muchos años, Max Weber escribió sobre la diferencia que existía entre la ética de la responsabilidad respecto de la ética de la convicción. Esa tensión es la que examina, por ejemplo, Tomás Moulian en su libro sobre Allende. Tal vez esa complejidad es la que cabe asumir a la hora de analizar la figura de Allende y no esta especie de maniqueísmo frívolo con el que Aylwin transparenta que la historia de los 20 años de la Concertación estaban pegados con chicle. Por decir algo.

1 comentario:

Merlinux dijo...

Aylwin es el pariente incómodo que la concertación hubiera querido mantener en el closet. Tal vez su concepto de "buen político" esté más cerca de lo empírico que de lo ideal, es decir del timo, del engaño, de la sonrisa falsa que ha caracterizado no solo su propio gobierno sino el de toda la concertación.